Cómo teletrabajar y no morir en el intento
Antes de que empezara la pandemia, ya estuve teletrabajando. Tras la experiencia, he aprendido algunos aspectos que seguro que os pueden ser útiles. Está escrito en femenino, pero no se excluye a nadie de las recomendaciones. En mi caso particular, la edad y el género influyeron en cómo se me trataba (era la única chica y la más joven) y de ahí que ponga énfasis en ciertos aspectos. Os hago el pequeño spoiler de que en mi caso la situación no fue la ideal. Ojalá hubiera escuchado más a quienes me dieron algunas de estas claves antes de tener que descubrirlas por mí misma.
1. Deja siempre constancia de lo que haces. Aunque tu trabajo quede reflejado
en algún lugar, no pierdas la oportunidad de aclarar todo lo que tú has hecho.
No seas modesta; si te has encargado al completo de realizar X tarea déjalo
bien claro. Si no lo haces, otros pueden intentar apropiarse tus esfuerzos.
2. Que no te impongan actividades que no te corresponden. Siempre que te sea
posible, no muestres más habilidades que aquellas por las que te contrataron si
eso no significa un aumento de sueldo. Que tienen que arreglar algo en una web
y tú sabes, pero te han contratado para llevar las redes: no lo hagas. Si lo
haces una vez, ya recurrirán siempre a ti. Que contraten a alguien para ese
trabajo en particular, y así, a la vez, estás ayudando a una tercera persona.
Win, win.
3. Separa el espacio personal del de trabajo. En una casa grande es tan
sencillo como coger una habitación como estudio/oficina y solo entrar cuando
resuelvas temas laborales. En una casa pequeña, no es tan simple. A mí
personalmente lo que dio un cambio total en mi estrés acumulado fue crear una
sesión en mi ordenador exclusiva para el trabajo. Y, por supuesto, no abrir esa
sesión fuera de horas laborales. Llegó un punto en el que asociaba portátil =
trabajo así que ya no podía disfrutar de mis hobbies. La situación mejoró
creando esa barrera tan sencilla como efectiva.
4. Respeta tus horarios. Que te envían un whatsapp media hora después de acabar
tu turno: ignóralo. Da igual que solo sea media hora después, ignóralo. Ellos
te han contratado, saben tus horarios. Invéntate una excusa si es necesario, pero que aprendan que no por trabajar desde casa estás siempre disponible. Mi
jefe me solía escribir por whatsapp a cualquier hora (a mi número personal, para
más inri). Una vez dejé de responderle, lo entendió y ya solo me enviaba correos
electrónicos, que al menos son menos invasivos.
4.1. En la medida de lo posible, que tu trabajo se mida por horas y no por
objetivos. Me explico: al empezar mi trabajo acordamos unas ciertas tareas que
son las que se supone que me daba tiempo a hacer en el horario de trabajo. Al
final, acababa más pendiente de terminar esas tareas que de las horas de
trabajo con lo cual les regalaba horas. Más adelante, aprendí a imponerme para
que no me sumaran más tareas sin antes restar otras pero ya había regalado tiempo
que nunca se me pagaría.
5. No dejes que otros sean
“proactivos” a tu costa. ¿Hay un hombre en tu oficina que siempre propone ideas
que luego él no llevará a cabo? Ay, amiga, he estado ahí. La presión por
conservar el trabajo o adquirir experiencia para poder acceder a otros mejores
puede hacer que te cueste decir que no. Mantente firme. Si la idea persiste y
no consigues disuadirla del todo, al menos, compromete a la persona que la
propone también la desarrolle. Alaba sus virtudes para llevar esa propuesta que
tan bien está vendiendo. Manipula, ellos no perderán la oportunidad de encasquetártela
a ti. Devuélveles el golpe. Luego vuelve al punto 1.
6. Aprende a decir que no. ¿Estás cumpliendo con todas las funciones que se
acordaron en el contrato y no tienen ninguna queja de tu trabajo? ¡Lo estás
haciendo genial! No abarques más. Haz los favores mínimos. Sé que puede ser difícil,
pero lo digo con motivos. Sobre todo, si eres joven y es de tus primeras
experiencias. Aprende todo lo que puedas (de lo malo también se aprende,
créeme), sin que se aprovechen de ti. Sé que es duro y que la situación no está
para desperdiciar oportunidades, pero aprende a poner un límite -el que tú
sientas apropiado- y no te muevas de ahí.
7. Cuidado con los vende humos. ¿Te ofrecen algo demasiado bonito para ser
cierto? Desconfía hasta que te demuestren lo contrario. Si te equivocabas, eso
que ganas. Si no, al menos, no te habrán engañado. Si hay una persona a la que
le encanta decir lo buenos que son y lo mucho que hacen por los demás: desconfía. Da igual que no sea una empresa al uso.
8. Si todo lo anterior falla y la experiencia no acaba siendo lo que esperabas
repite conmigo: “el fracaso del proyecto, no es mi fracaso”. Si sabes que lo
has dado todo de ti (con tus defectos y errores), pero aun así la situación es
mala, no te fustigues. Conoce tus límites y también los de los que te rodean.
Sobre todo, no cargues con culpas que no te correspondan.
9. Regálate el tiempo que te ahorras en transporte. La principal ventaja para
mí de trabajar desde casa es todo el tiempo que ahorras en trayectos. Ponte una
película, date un baño, lee, pasa más tiempo con tus hijes o mascotas, sal a
dar una vuelta. Una vez acaba tu horario, desconecta (sé lo difícil que puede
ser) y tómate para ti ese tiempo que has ganado antes de seguir con tus otras
responsabilidades. ¡Te lo mereces!
Espero que estos pequeños consejos os puedan ayudar a que trabajar desde casa no se
haga cuesta arriba. ¿Añadirías algo? Estaremos encantados de leeros en redes
sociales.
Imagen: Pixabay
0 comentarios